El extranjero, Albert Camus

Vuelvo a aparecer por el blog después de varias semanas, pero el tiempo avanza más rápido de lo que una querría. Al menos vengo a hablar de un autor que muchos conoceréis pero al que aún no me había acercado. Las ganas pueden más que la incertidumbre así que sin pensarlo mucho comencé con El extranjero, una de sus obras más conocidas.

  From the graphic novel  L’Étranger: D’après l’œuvre d’Albert Camus, 2013, by  Jacques Ferrandez

El extranjero
Albert Camus
122 páginas
Año de publicación: 1942


El comienzo del ser inhumano
Tengo la sensación de que muchas de las pinceladas que daré sobre este libro serán inútiles, porque ya se ha discutido y se seguirá discutiendo el significado de la obra y su importancia en el paisaje del siglo XX, pero cuando lo acabé sentí desconcierto y ganas de releerlo, cosa que seguramente haga. Creo que cualquiera que se acerque al libro irá pasando por sus páginas y descubriendo al protagonista, pero al mismo tiempo, entenderá que no se pueden acabar de unir todos los puntos de una vez. Entre descripciones y paisajes uno se hace a la idea del camino por el que nos quiere llevar el autor: "La tarde, en esta región, debía ser como una tregua melancólica. Hoy, el sol desbordante estremecía el paisaje y lo hacía inhumano y deprimente". Aunque muchos autores no dan importancia a la primera frase con la que comienza su libro, porque es un detalle más de este, Camus sí lo hizo en El extranjero, y desde la primera mayúscula se esconde la magnitud del mismo. "Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé".

A partir de ese momento el autor extiende toda su prosa para presentarnos a Meursault, un hombre argelino que no siente apego por nada, que carece de emociones y cuya vida le resulta tan solo soportable. De ahí que durante la lectura volvamos una y otra vez a la primera frase, porque "mamá ha muerto", pero el tono de esa sentencia es tan informativo como apático, y justamente porque al protagonista no parece importarle. El tono de la novela seguirá en el mismo sentido, sin entrar en los entresijos emocionales que compone la muerte de su progenitora. Si en la anterior reseña hablábamos de un lobo estepario tremendamente introspectivo, aquí encontraremos todo lo contrario. Tampoco el tiempo es algo que deba tenerse en cuenta en este libro, porque El extranjero es una de las principales obras enmarcadas en el absurdismo, donde nada tiene sentido y ni siquiera el tiempo importa. Da igual que fuese ayer u hoy, porque no tiene relevancia. La muerte hace acto de presencia y el tiempo ya no existe.

El sinsentido de vivir

El libro comienza con una muerte para mostrarnos la reacción de Meursault ante la tragedia, pues este hombre llega al asilo donde estaba interna la anciana, y sin apenas sentimiento, expresa que está cansado y se sienta en una silla mientras ve pasar lentamente a los compañeros de su madre. La obra es una interrogación hacia el lector ¿Por qué lloramos?¿Por qué sufrimos? El resultado al fin y al cabo, es el mismo. La vida en sí misma se rige por unas reglas que explican cómo debemos actuar las personas, y Camus evidencia la falta de emoción que tiene la vida por sí sola, y como he dicho anteriormente, lo absurdo de la existencia. En este punto, debo destacar que el protagonista vive el presente, y al mismo tiempo rescata el famoso carpe diem, cuyo significado se ha tergiversado con Camus. Meursault vive el momento, pero no de una forma épica donde predomina el placer, sino donde los acontecimientos suceden unos detrás de otros, sin ningún interés aparente, y donde el pasado y el futuro no existen.

El pasado no existe porque para el protagonista es contraproducente. Por una parte, un recuerdo alegre no sirve de nada en el presente, porque genera melancolía. Si al contrario, pensamos en algo que podíamos haber hecho mejor, nada podemos hacer ya y el presente sigue siendo el único camino. Tampoco contempla el futuro, puesto que nunca conocemos las aspiraciones de Meursault. La ausencia de un punto al que llegar genera en nuestro protagonista una falta de sentido hacia la vida, sin nada que perseguir, y esto se transforma en indiferencia hacia todo lo que sucede alrededor. No estamos hablando de un protagonista serio o demasiado racional, estamos hablando de una ausencia total de decisiones y emociones. Camus es el hombre que encuentras un día en el tren, se sienta frente a ti, y mira a través de la ventana pensando que nada de lo que ha hecho hoy ha tenido ningún sentido. Cuando le preguntan si quiere ir a vivir a Francia, también responde con desinterés: "Dije que sí, pero en el fondo me daba igual. Me preguntó entonces si no me interesaba un cambio de vida. Contesté que no se cambia nunca de vida, que en cualquier caso todas valían lo mismo y que la mía aquí estaba lejos de disgustarme".

Debo hablar de la narración, porque aunque es un libro muy corto, ha sabido detallar lo preciso y entremezclar conceptos. El hombre, que es el que debería contener todas las emociones y pensamientos, porque al fin y al cabo es lo que nos caracteriza, aparece desdibujado, despersonalizado y con narraciones cortas y directas. Sin embargo, Camus se detiene al hablar del sol, el amanecer, las hojas y en general, dotando de personalidad a cosas inanimadas, alterando así el significado lógico. Las constantes descripciones del sol se refieren quizás a el comienzo de un nuevo día, pero que sigue siendo igual al anterior: "Pensé que, al cabo, era un domingo de menos, que mamá estaba ahora enterrada, que iba a volver a mi trabajo y que, después de todo, nada había cambiado".

Libro ilustración L'etranger: Adrian Bauer
Ahora bien, hay discusión sobre si este libro es existencialista o no, porque el mismo Camus rechazaba el término para su trabajo. En El extranjero, el autor no intenta transmitir tristeza ni desesperanza hacia la vida, ni nos plantea la existencia como único requisito hacia la muerte final. La muerte se plantea desde la primera página, y se reitera a lo largo del libro. Aparece como algo natural e intrínseco, no como un destino o desenlace. Es la propia existencia lo que carece de emoción, y por tanto, la muerte no se desea, sino que también carece de sentido. Meursault sí tiene sensaciones, porque siente deseo de Marie, de su cuerpo, pero dicho deseo sexual no le lleva a ir más allá, ni a tener una vinculación o reflexión sobre sus sentimientos.

Camus realmente logra transmitir que simplemente estamos viviendo nuestras vidas porque nos toca vivirlas, no porque tengamos una necesidad o emoción por hacerlo, y que al final, si disfrutamos en el camino y nos adaptamos a las convenciones, es posible que seamos felices, pero que no tiene ningún sentido práctico que hagamos unas cosas u otras. "Pensé entonces, con frecuencia, que si me hubieran hecho vivir en un tronco de árbol seco, sin más ocupación que mirar la flor del cielo sobre mi cabeza, me habría habituado poco a poco". Entiende la vida como costumbre, como adaptación a lo que tenemos, sin más. Plantea que quizás estamos satisfechos con nuestra vida porque nos han hecho creer que es esto lo que desea un ser humano, y en cierta manera las necesidades se contruyen con la cultura y la época histórica, dibujando nuestra identidad en base a algo que ya existe.

El nombre

Existe un trastorno, llamado trastorno de despersonalización, cuyos pacientes sienten que la vida no les pertenece, que están viéndolo todo desde fuera y que realmente no tienen vinculación ni emoción con los acontecimientos. Esto, en un sentido menos clínico, es lo que utiliza Camus en su obra para mostrarnos lo absurdo de la existencia, porque el personaje principal se siente extranjero de su vida, fuera de aquello de debería importarle pero que no lo hace. A partir de este momento, en el que que entendemos que como extranjero se refiere a sí mismo, y siente un desapego total con lo que pasa a su alrededor nos preguntamos hasta qué punto todo lo que le sucede a continuación es producto de sus decisiones o se ve arrastrado por los factores externos.




Debo decir que el libro me  ha sorprendido, porque empieza por un camino, pero luego cambia, se retuerce, y acaba en un ambiente totalmente inesperado,
 quizás haciendo referencia a este mismo absurdo y falta de destino. En principio pensaba que la historia versaría sobre la muerte de su madre, porque es algo que aparece al principio y que podría dar pie a muchas reflexiones introspectivas, pero no. Más tarde conoceremos a Marie, una joven de la que se podría enamorar, y entonces el libro se tornaría totalmente distinto, pero tampoco es el caso. Por otra parte, cuando su jefe le ofrece la posibilidad de viajar a París, fui tan ilusa de pensar que comenzaba ahí la historia, y que por ello se llamaba El extranjero. Pero me volvió a sorprender. 

Si miramos el recorrido que hace Camus durante todo el libro nos damos cuenta de que lo hace única y exclusivamente para explicarnos a Meursault, y por otra parte, para llegar al final. Este libro me ha desencajado en muchos sentidos, y los cambios de sentido inesperados son una de las cosas que más he disfrutado, porque entiendo que las páginas me han llevado por un recorrido con el único fin de entender el desenlace, y por ende, la propia filosofía del autor. Tengo ganas de leer otra de sus obras, y quizás El mito de Sísifo sea la siguiente, para completar la visión absurdista a la que ya me ha introducido el señor Camus. El extranjero (o étranger, extraño), al fin y al cabo, no era nadie más que él mismo, pero no ante otro país, sino hacia su propia vida.

La culpa de hacer o ser
Uno de los ejes alrededor del cual gira la historia, aunque en un primer momento no lo parezca, es el sentimiento de culpa. Ahora bien, no estamos hablando de un protagonista que se flagela a sí mismo debido al arrepentimiento, porque ya hemos dicho que el personaje no tiene capacidad de introspección y, por tanto, el sentimiento de culpa le es totalmente ajeno. Camus va más allá e intenta hacer una reflexión abstracta del sentimiento de culpabilidad, porque como hemos dicho, Meursault no toma prácticamente ninguna decisión, simplemente porque no le importa y no piensa que sea importante hacerlo. Así pues, se ve arrastrado por lo que le piden los factores externos, las convenciones, y demás personas. El lector debe preguntarse hasta qué punto Meursault es consciente de sus acciones, hasta qué punto dicho personaje tiene responsabilidad sobre lo que hace, y hasta qué punto es culpable, teniendo en cuenta que se siente como un elemento externo y extranjero de su propia vida y decisiones.

Cuando debe tomar una decisión, como por ejemplo ayudar a un vecino en una acción que la sociedad consideraría incorrecta, no tiene capacidad de saber si esa acción es buena o mala, como mucho de interpretar en qué le afectaría a él. Aunque los conceptos del bien y el mal se entremezclen para el protagonista, el lector asume un criterio u otro, en base a nuestra formación social y cultural, por lo que tenemos un juicio. Ahora bien, como he dicho, no se puede hablar del libro sin atender al final, porque entonces nos quedaríamos con una vertiente muy simplista. No es que el personaje no sepa distinguir simplemente de ambos conceptos y quede en blanco y sin juicio, es que como veremos a lo largo del argumento, la sociedad juzga como malo no tenerlo.

Si en un parque encontramos a dos niños saltando a la comba en un día soleado, vigilados por sus madres, y de repente uno de ellos decide empujar o hacer caer al otro, lo más probable es que la madre intente exculparle justificando que los niños "no saben lo que está bien o mal". Mientras tanto, en el caso contrario, si un niño decidiese compartir un juego, no se usaría esta expresión, porque indirectamente se asocia a algo malo. No tener concepción ni distinción de lo que es bueno o malo no nos sitúa en la indiferencia, nos arroja directamente a la perdición y malicia, y para mí es uno de los puntos más importantes del libro.

Feed your demons, Mo Mot

Entrando en otro tema, el libro se podría convertir en un manual de crítica a la sociedad moderna. Una de las críticas anacrónicas a las que hace referencia es hacia la hipocresía de la sociedad, y aunque desarrollaré este punto más adelante, tiene gran relación con la culpa. El único fallo del protagonista, visto desde la mirada externa de quien actúa desde la sagacidad, es que Meursault evita mentir en todo momento. Nos podrá parecer un personaje desagradable, ruin o sin criterio ni rumbo claro, pero algo de lo que no podremos acusarle es de mentiroso. No sé si todos podríamos decir que pecamos de sinceridad.

Tras ser acusado de cierto delito su abogado insiste en desviar la cuestión, pero Meursault no miente sobre lo que sentía o las razones de sus acciones, cuando sería fácil seguir sus consejos y exculparse de lo acontecido. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que el libro intenta convencer al lector muy sutilmente de la mezquindad de su protagonista, un ser sin sentimientos, pero al mismo tiempo, la opción más lógica para el lector y los otros personajes -que se estructuran como la representación de una sociedad coherente- sería la de mentir. No traicionar a la verdad es el camino que elige Meursault, y acaba siendo representado como el personaje más mezquino.

Dentro del mismo juicio, y hablando de la culpabilidad, uno de los puntos fundamentales y por los que quizás a Camus se le ha enmarcado en muchas ocasiones dentro del existencialismo es la propia reflexión sobre la humanidad. En dicho juicio, a Meursault le acusan por un hecho concreto, pero los argumentos que se utilizan en este no responden a una causa-efecto, y no cuestionan el hecho en sí, sino que acaban cuestionando la humanidad de Meursault. Le achacan falta de humanidad por no llorar durante el velatorio de su madre, por permitir que el vecino haga ciertas cosas, y en definitiva, por no adaptarse a esas convenciones que la sociedad entiende como normales. Así pues, lo que hace Camus es ridiculizar estas convenciones, y cuestiona que la sociedad relacione tan intrínsecamente una falta de humanidad con una falta de sensibilidad.

Por último dentro de este punto cabe destacar la reflexión que encontramos al final del libro, y es que Camus se da cuenta de que las convenciones y la imagen que los otros tengan sobre ti tienen más valor y peso dentro de la sociedad que lo que realmente piensas sobre ti o eres. En el juicio llega a tener más importancia para acusarle lo que dice el abogado y el jurado que no sus convicciones: "Parecía como si de algún modo, el proceso se llevase dejándome fuera. Todo se desarrollaba sin mi intervención. Se decidía mi suerte sin contar conmigo. De vez en cuando, tenía ganas de interrumpir a todo el mundo (...)". Esta frase es muy relevante para entender al protagonista, que ya no únicamente empieza el libro como extranjero, sino que incluso las propias personas acaban dejándole fuera de su propio juicio.

El hombre contra el hambre

Como el sol que describe Camus en su novela, el conflicto sobre biografismo o interpretación siempre acaba surgiendo al hacer un análisis. Que el libro fuese publicado en 1942 y que Camus tuviese un papel tan crítico e implicado durante la Segunda Guerra Mundial no deja de ser importante para el desarrollo de su pensamiento. La filosofía del absurdo descrita por Camus tiene tres posibles soluciones (suicidio, religión o aceptar la absurdidad de vivir y seguir adelante), y se enmarca en una época de oscuridad del alma y de Europa. Nos encontramos delante del desencanto, de la pérdida de fe en las personas, y sobre todo, de una inercia armada que puede arrebatarle cualquier sentido a las cosas que hacemos. Y justo en este marco encontramos El extranjero. El hambre de conciencia y sentido inundarán todo el libro, y como bien expresa Camus, sin poder hallarlo del todo.

Nacido en Argelia, pronto se vio atrapado por los encantos del pensamiento francés, y en muchos sentidos sus obras se han alimentado y visto influidas por aquello que ha vivido, pero también durante su vida ha recibido críticas por lo escrito. Mientras en Europa se tiene una gran concepción del autor, también se ha criticado desde el exterior la idea que Camus parecía tener de los árabes en su obra. En El extranjero se ha podido incluso interpretar que Camus sentía desprecio por el pueblo argelino, porque mientras a los demás personajes los personaliza, dotándolos de un nombre y una razón de ser, en este libro también nos presenta al "árabe" o "los árabes", sin darles una individualidad o personalidad completa.

"Vista de Argel", óleo de Albert Marquet (1875-1947, France)

No se puede separar a Camus de su obra por muchos motivos. En primer lugar, porque con El extranjero comienza a estructurarse uno de los que luego serían sus pilares básicos, como son la filosofía del absurdo y la reflexión sobre el mundo que caracterizaría su obra y a él mismo. Por otro lado, tampoco se puede hacer si atendemos a varias pinceladas dadas durante la escritura del mismo. En un reportaje de Javier Reverte en El País, publicado en el suplemento literario Babelia, sugiere viajar a los lugares que Camus utilizó para vertebrar sus novelas. Pretenden viajar a la playa en la que transcurre el núcleo de la novela, que según el libro de Camus se sitúa en Argel. Ahora bien, Reverte decide ir a Orán, y es que estos acontecimientos, según los biógrafos Todd y Lottman le sucedieron realmente al autor, y el mismo lo ha relatado alguna vez. Cuando Camus se encontraba en 1940 en la playa con unos amigos, dos de ellos tuvieron una reyerta con un grupo de árabes, y aunque finalmente no hubiese derramamiento de sangre, este hecho le sirvió para inspirar la novela que tenemos entre manos. 

Cuando Camus escribe teatro

Para concluir estas impresiones sobre el autor, hablaremos del mundo absurdo que construye y como poco a poco destruye ante nuestros ojos lo que conocemos como sociedad ordenada y lógica. Al protagonista de El extranjero no podríamos considerarle "bystander" (espectador) porque sí que interviene de manera activa en los acontecimientos, pero al mismo tiempo se siente externo y étranger de su propio cuerpo y vida, y por tanto de todos los acontecimientos que construyen su mundo, pero el libro es una terrible crítica hacia el teatro de su existencia. Durante este lo que pretende Camus utilizando su buen absurdismo es demostrar que la vida se rige por unas normas que al fin y al cabo deberían parecernos extrañas y extranjeras, porque no están hechas por nosotros, sino que ya están configuradas. "Declaró que yo nada tenía que hacer en una sociedad cuyas reglas más esenciales no reconocía, y que no podía recurrir a ese corazón humano cuyas relaciones elementales ignoraba". 

Esta crítica es una de las que más me ha gustado y que se refleja en diversos momentos. Las normas sociales tienen su cara positiva y negativa, y aunque pueden ser útiles para nosotros, porque al fin y al cabo nos proporciona tranquilidad saber cómo proceder en cada momento, Camus deja al descubierto lo absurdo de tenerlas y tener que adaptarse a ellas. Desde los ojos de un extranjero, por lo tanto desde los ojos de nuestro protagonista, nuestras normas resultan absurdas. Una de las críticas más interesantes y que podrían resumir parte de la esencia del libro es la relación de Meursault con su madre. Durante el juicio a este le acusan de no quererla, porque apenas se entristece con su muerte, y por otra parte critican que un hijo haya dejado tantos años a su madre en un asilo, argumentando que lo hacía por falta de tiempo. En este punto, el protagonista se pregunta por qué la gente le asociaba un papel mezquino por hacerlo, ya que si existían era por una razón, y el Estado seguía subvencionando estos asilos. Es decir, más que a la vida -que también- lo que para Camus peca de absurdo es la hipocresía que por fuerza viene ligada a ella. 

Para acabar, diré que la narración me ha parecido muy ágil. Supongo que el imaginario colectivo de Camus es el de un escritor filosófico, y por eso quizás pensaba que me resultaría más denso y complejo. Complejo puede serlo, denso desde luego no, y menos en un libro tan corto. Me ha sorprendido la narración, como he dicho ya por esta personalización de la naturaleza y esta despersonalización al narrar los pensamientos del protagonista, y porque parece que lo escribiese realmente desde fuera del individuo. Nos transmite este mismo desencanto por la vida, una narración objetiva, sin sentimiento ni gracia por parte del protagonista, justamente para reforzar este carácter apático hacia la existencia. Un libro breve pero completo, que me ha resultado muy interesante y me ha dejado con ganas de seguir descubriendo al autor.