Saramago de cerca: Ensayo sobre la ceguera



Este mes de octubre el Nobel de José Saramago, que se convertiría en el primero en lengua portuguesa, cumplirá veinte años. Y no ha envejecido tan mal. Ensayo sobre la ceguera, uno de los libros más conocidos del autor, nos sumerge en una historia inquietante y reflexiva a partes iguales. Dicho esto, vamos a desentrañar algunas de las claves para entenderla.

Un argumento sencillo, pero no tanto

La historia comienza en un coche cualquiera, de una calle cualquiera, de vete a saber qué ciudad...y es que Saramago tan solo pretende definir a cualquiera de nosotros. El individuo que lo conduce espera tranquilamente a que el semáforo se ponga en verde, pero de improvisto, sobre sus ojos se cierne una cortina blanca y es incapaz de ver nada. "Estoy ciego", dirá a continuación. De esta manera, la ceguera irá extendiéndose por el barrio, la ciudad, el país...convirtiéndose en una verdadera pandemia.

Aunque a simple vista parece que el libro nos vaya a contar la historia de un mundo, Saramago hace todo lo contrario; nos muestra al ser humano. Sentarse a escribir sobre la novela no es fácil, porque conlleva de manera irremediable hablar de la existencia, las intenciones, el egoísmo, la creación del mundo, conceptos filosóficos...

Saramago ha metido de lleno las manos en el barro del ser humano para moldear este libro. Y como siempre pienso cuando acabo de leer algo de ese calibre: si fuese un libro fácil, no sería así de interesante. Pese a su brusca y casi apocalíptica presentación, tanto la prosa del autor como la acción se podrían definir de lentas o tediosas. Esto puede ser un punto en contra si buscamos la emoción elevada al cuadrado en el libro, pues la mayoría de la acción transcurre en un espacio cerrado, con párrafos plagados de descripciones y diálogos. Sin embargo, esto también nos permite darle más y más vueltas mientras lo estamos leyendo, y no dejarnos llevar por el frenesí que conllevan las escenas de acción.

Quizás me he adelantado hablando de párrafos, porque una de las características que más sorprenden al leer a Saramago es la ausencia de párrafos y guiones para los diálogos. Por una parte es una manera original y difícil de escribir, pero para mi gusto ralentiza la lectura. Quizás soy un poco fetichista con la puntuación, pero leer de manera caótica me frustra ¿Sentía añoranza por unos párrafos y diálogos más claros? Constantemente. Si tuviese que quedarme con una idea para definir el libro en cuanto al estilo, casi diría que se trata de una introspección narrativa. Tan caótica y pausada como la menta humana.

La creación de un “microestado”

Llegados a este punto hablaremos de uno de los temas clave de la lectura de Saramago, y es su inseparable relación con la política. Saramago nació en 1922 en Portugal, por lo que vivió una época de convulsiones políticas con la dictadura de Salazar, la Revolución de los claveles y la posterior democracia socialista. Durante su novela, Saramago logra poner en cuestión y reflexión la lucha de poderes y su utilidad y organización dentro del mundo.


Los dirigentes del país ordenan confinar a todos los ciegos y posibles contagiados en un manicomio abandonado, sin volver a tener contacto con el exterior por la posibilidad de contagio. Así pues, se crea una micronación dentro del manicomio, con una sociedad "independiente" y aislada del resto. Aunque en principio se plantea la posibilidad de que cada uno vaya por su parte, en lo que inclinaría la situación hacia un microestado anarquista, finalmente se deciden por organizar la sociedad con líderes. En este punto se desvela uno de los instintos más interiorizados: dentro de un caos, debe existir un orden. Aún así Saramago no deja su crítica hacia esta decisión, pues de una manera muy literaria y pausada nos hará observar que, como argumentan algunos principios anarquistas, ejerza quien ejerza el poder a la larga provocará opresiones e injusticias.

“Padezco de algo que se puede llamar el comunismo hormonal. Por ejemplo, las hormonas hacen que los hombres tengamos barba y las mujeres no. Bien, imagínese que hay personas que nacen con ciertas hormonas que las dirigen al comunismo y las pobres no tiene más remedio que ser así".

Fue una frase de Saramago, que no dejó de vincularse a la política tras inscribirse en el Partido Comunista Portugués, además de ser censurado por sus publicaciones durante la dictadura. Esta vertiente política se hace más evidente en otra publicación posterior, Ensayo sobre la lucidez, y en esta entrevista de El país deja ver la relación de ambos libros y el autor. Saramago establece a lo largo del libro diversas opresiones: el Estado propiamente dicho, que ejerce su autoridad al confinarlos contra su voluntad pese a que asegura ser "para el bien de todos", aunque los deja abandonados a su suerte. Por otra parte, se plantea la utilización de una nueva autoridad y el uso de la fuerza como elemento justificador del poder, pues un nuevo grupo armado y organizado será el canalizador de la opresión.

Reflexiona acerca de lo que realmente sustenta las decisiones en una sociedad, pues durante varias semanas en el libro tan solo se sustentan por el uso de la violencia, las "autoridades" y el miedo para que acaten sus órdenes, en lo que vendría siendo un paralelismo con una dictadura militar. Por otra parte, la búsqueda de poder por una parte de este grupo y las consecuencias, presión y amenazas de las que hacen alarde, dejan ver la parte más ruin del alma humana.

Otra de las temáticas interesantes es la creación de normas, que actualmente entendemos como artículos o partes de una Constitución, creados por un poder superior y aplicados por otro poder superior. Aunque les demos legitimidad ¿Surgen estos del acuerdo entre los ciudadanos, representan realmente a los ciudadanos? ¿Qué ocurriría si estos órdenes desaparecieran, si tuviésemos que idear una nueva sociedad con nuevas normas?

Ante la escalada de violencia y lucha por el poder que se puede producir en la situación del libro, Saramago parece rescatar las ideas de Hobbes sobre el Contrato social, entendiendo que las leyes surgen como la necesidad de la población a que, ante el miedo, se produzcan unos enfrentamientos derivados de la lucha de poder que acabarían con la muerte de todos los ciudadanos. Por ello, acaban renunciando a su libertad en apoyo a un único líder y unas normas para asegurar el orden.

Las normas no responden a una ética o moral establecida y firme, sino que fluctúan y cambian debido a los acontecimientos históricos, por lo que el libro nos puede hacer reflexionar sobre lo que parece anticonstitucional y lo que no. Si este micromundo decide justificar con las normas ciertos comportamientos que en el mundo real se considerarían inmorales lo puede hacer. Dentro de su microclima ya no existe el bien o el mal, sino que las normas se van modificando según convencen o no a los ciudadanos de esa comunidad. Quizás matar a alguien el día anterior estaba mal, penado, pero en ese microespacio, las normas son nuevas e independientes, si los ciudadanos de esa especie de “comuna” deciden que en ciertos casos es necesario, así será.

La frase de “el lobo es un lobo para el hombre” del mismo autor se materializa constantemente y creo que es la pieza fundamental de toda la historia, el egoísmo y la lucha por la dominación dentro de una sociedad. Esta lucha por la dominación, que en el mundo occidental actual se difumina mucho, se ve de manera evidente en el micromundo creado por el autor.

Los planteamientos de la existencia



Cuando pienso en Ensayo sobre la ceguera, el factor político realmente pasa a segundo plano, pues el libro tiene mucho más impacto a nivel social, humano y existencialista. Simplemente porque desde el principio hasta el final te hará plantearte quién eres y qué estarías dispuesto a hacer en tales condiciones. Para explicar a dónde nos quiere llevar el autor con estas preguntas nos vamos a ir a la página 152, en la que se produce casi un monólogo que da pie a este planteamiento existencialista:

"Y para qué lo quería yo, a ver, dígame entonces qué pasaría hoy si todos los que están ahora ciegos hubiesen perdido, digo perdido materialmente, los dos ojos de cristal, Realmente, no serviría de nada, Si acabamos todos ciegos, como parece que va a ocurrir, para qué queremos la estética, y en cuanto a la higiene, dígame, doctor, qué higiene hay aquí, Probablemente, solo en un mundo de ciegos serán las cosas lo que realmente son, dijo el médico".

Y pum. Se carga en un momento varias concepciones sobre la verdadera esencia humana, y muy acertadamente. A partir de esta frase podemos intuir por dónde quiere ir el autor, qué nos quiere hacer ver. En primer lugar, como se intuye en el dialogo, los humanos allí confinados comienzan a dejar de vestirse bien, de maquillarse, incluso de orinar donde deben porque los demás no los van a ver, de manera que nos mete en una cuestión importante: ¿Somos quienes somos, y lo queremos reflejar, porque existen los demás? Parece una pregunta obvia, pero Saramago te lleva por muchos lares para que te la replantees. Junto a esto, tenemos el hecho de que una vez entran en el psiquiátrico, durante las primeras páginas, dejan de llamarse por su nombre, y los personaje se convierten en "la joven", "el médico", "el viejo", etc. El nombre, que es uno de los elementos más diferenciadores dentro de una sociedad, desaparece, por lo que los personajes se difuminan. ¿Quienes somos? ¿Somos porque nos llaman los demás?

La capacidad del libro de plantear y replantear la propia esencia está muy ligada a varios pensadores del existencialismo quizás más pesimistas. Rescatamos una cita a modo de crítica que Sartre hacía a la famosa frase de Descartes:

“Transformo para mí la frase imbécil y criminal del profeta de ustedes, ese “pienso, luego existo” que tanto me hizo sufrir, pues “mientras más pensaba menos me parecía ser”, y digo: “me ven, luego soy”. Ya no tengo que soportar la responsabilidad de mi transcurrir pastoso: “el que me ve me hace ser, soy como él me ve".

Sartre fue uno de los pensadores existencialistas por excelencia, y nacido tan solo diecisiete años antes que Saramago, pudo adoptar parte de esta vertiente que comparte con los pensadores de mitad del siglo XX. En el libro, la existencia actual, lo que demuestran a partir de ahora, precede a su esencia misma, porque no importa qué fueron, ni siquiera como se llaman, que es uno de los rasgos más distintivos del ser. Todos estos rasgos, unidos a lo que hemos mencionado anteriormente sobre no respetar las normas, sobre comportarse con egoísmo para sobrevivir, sobre no cuidar su aspecto porque ya no les pueden ver, produce que el ser deje de ser, en cierta manera Por tanto, he comprendido que se genera una casi completa despersonalización de los individuos. Saramago presenta una existencia y a un ser desdibujado, y todos, tan solo forman un colectivo de ciegos. 


Podemos ahondar en muchísimos temas, y es uno de esos libros sobre los que puedes dar mil vueltas y acabar en el mismo sitio. De todas maneras, el libro se puede resumir en tan solo una cuestión: ¿Quiénes somos?

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